Hacia el origen
No digas que el regreso es imposible:
el oro de las noches
lo desmiente.
A mí me basta con cerrar los ojos
escuchar los redobles
de mi pecho
dejarme gobernar
por el llamado
que urge y me convoca.
Poco a poco la mente se adormece
la conciencia se entrega
y en la celda asfixiante del presente
se agrieta un pasadizo.
Y allí está todo
tan bello como intacto:
las voces de mis padres
el solar
la casa vieja
un bullicio de escuela
el río rumoroso
la tarde que le dije
que la amaba,
la paz inusitada de la siesta.
Allí vuelvo en las noches de nostalgia
con el dócil carruaje
de mis sueños.
Por eso, no te niegues
la dicha del regreso.
Sólo te basta con cerrar los ojos
y entregarte al llamado
de tu pecho.
Allí la encontrarás.
Allí está todo.
Es nuestra patria
esencial
y verdadera!