MIGRACIONES PORTUARIAS
Puerto Rawson, 1972.
Una tarde de julio. Sobre el río
reverbera el crepúsculo en remansos.
Canta la paz en coros de gaviotas
y el amor es un Sol
de cisnes blancos.
Una tarde de julio. Junto al río
el puerto se adormita hacia el descanso.
Hay un frío de invierno que nos une
para apretarse, cálido,
en las manos.
Entre los juncos
hasta el ocaso crece.
Se agiganta
desde el silencio surcado de sonrisas
que demoran tu viaje inesperado.
El brillo es púrpura, azul, verde esperanza,
policromía que fuga con el agua…
(Una mitad de luna se ha encendido
y tras tus hombros, tímida, se alza).
De pronto, algo sugiere
que es hora de marcharse.
Hasta los cisnes
resuelven quebrantar
la magia del instante
y enderezando la gracia de sus cuellos
–ahítos de fulgor–
se van
con la distancia…