CRUZAR EL RÍO
—Ahora debo cruzar ese río —le dije. Ella desvió la vista hacia los árboles, en un vano intento por esconder sus lágrimas. Anochecía. Nuestras manos se desprendieron. Me interné en las aguas frías y avancé hacia la otra orilla sin mirar hacia atrás. Así estaba escrito.