SILENCIOS DESATADOS

tapa del libro silencios

ISBN 978-987-26759-0-5 – Buenos Aires – Literasur, 2011

SILENCIOS DESATADOS (Ed. (Literasur, 2011) es la primera obra poética publicada por el autor. Compila poemas escritos desde la primera adolescencia hasta la actualidad.

La obra contiene por tanto la síntesis de más de cuarenta años de inspiración lírica. Dividida en nueve segmentos temáticos -todos ellos ilustrados con obras de la reconocida artista plástica Verónica García- la obra reúne 56 poemas escritos desde la adolescencia del autor hasta la actualidad.
Los capítulos se titulan «REVELACIONES», «VIVENCIAS», «MARINAS», «POETAS EN LA CALLE», «LA VIDA, LA MUERTE», «VISLUMBRES», «EVOCACIONES», «ENSUEÑOS DEL AMOR» Y «POEMAS DEL EISTEDDFOD». Se reflejan allí los frutos de diversas experiencias existenciales, a través de las cuales el poeta ha creído entrever algunas zonas profundas y poco exploradas de la realidad cotidiana. Son las improntas de una mirada sensible, muchas veces veces empañada por toques de nostalgia. Sin embargo, sus versos nunca dejan sitio para el pesimismo: por el contrario, hay en ellos una constante apelación a la esperanza, una propensión a rescatar los aspectos gozosos, trascendentes, de la vida.

Estas fueron las palabras de presentación de la obra el 7 de mayo de 2011 en los Altos del Salón San David de Trelew, pronunciadas por la Prof. Sandra Lubén Jones.
Queridos amigos:
                               Hoy, ante la presentación de un libro muy esperado no solo por mí sino por muchos amantes de la poesía que estaban esperando esta obra, quiero decirles que me he convencido de que el narrador y poeta: Carlos Ferrari es un hombre de palabra y ha cumplido con una promesa al ofrecernos hoy su obra poética “Silencios desatados”, ya que hace mucho tiempo estoy esperando este momento, y me siento muy honrada y muy feliz por esta obra que se suma al patrimonio literario de nuestra provincia. Pero el autor no solo ha cumplido con su palabra sino que ha cumplido con la palabra, en el sentido más estricto del término. Ha podido atrapar, conjugar y darle significación a través de ella a ideas, sensaciones y sentimientos que se han vuelto verso, se han vuelto canción y mensaje. El autor se atreve a desafiar la palabra porque conoce su poder, su fuerza vital y creadora capaz de dar vida y de quitarla…
                            Esta obra tiene múltiples posibilidades de abordaje. Yo me voy a permitir en esta oportunidad a afrontarla desde dos perspectivas diferentes. Por un lado me interesaría destacar su mensaje, y la calidad estilística de la misma y por otra parte intentar explicar el carácter unitario que tiene, haciendo hincapié en el tratamiento paratextual de la misma.
                           Pero bien sabemos que no se puede hablar del estilo de una obra si no se la aborda en el contexto general de la producción literaria de su autor: un lector desesperado, un gran prosista y un narrador que nos ha hecho vibrar con dos grandes novelas, tan diferentes como atrapantes ambas. La primera, “El Riflero de Ffos Halen”, que ya está en su tercer edición y que ha sido traducida al inglés y al galés y que cuenta con una crítica y un reconocimiento realmente destacables y “Visiones en la Torre” publicada en 2010 que fue difundida a través de un blog y seguida por muchísimos lectores, hasta que se hizo libro, y a partir de hoy, un gran poeta, ganador de premios del Eisteddfdod del Chubut y digno de mi admiración y mi agradecimiento más profundo por permitirnos compartir este canto a la vida, su poema desgarrado, su obra poética que acaba de nacer.

                                 En este sentido es que quiero destacar que estamos frente a un creador, a un escritor múltiple, no solo porque escribe diferentes géneros, sino porque aborda temáticas tan disímiles como universales.
                                  En esta obra que hoy intento presentarles, la disparidad de temas compartidos hablan a las claras que la temática galesa no pasa inadvertida en su universo creador, pero no es la única. Aquí se aborda un abanico de temas en donde la presencia de lo regional no desaparece, pero adquiere una dimensión de fuerte carácter existencial que supera fronteras geográficas y expone al hombre a su búsqueda más íntima. Recorre a través de metáforas y comparaciones transformadoras, un camino que lo obliga a revelar su pura intimidad, a reencontrarse con su infancia, a evocar objetos y seres que fortalecieron y fortalecen su existencia.
                            Silencios desatados es una obra conformada por cincuenta y cuatro poemas que se han escrito en distintas etapas de la vida del autor y que se organizan temáticamente en nueve apartados. Cada uno de ellos describe diferentes realidades y estados del alma, pero coinciden en su carácter intimista y profundo. Los preside una pintura de la destacada artista plástica Verónica García quien desde otro lenguaje, profundiza y acompaña a cada uno de los textos, invitando con su obra a ampliar la visión que impone la palabra. Estos elementos paratextuales junto a las palabras de la contratapa, al diseño de la tapa, la selección de su título y sus subtítulos entre otros, son los que le otorgan corporeidad a la voz que se niega a callar en esta obra.
                         En el primer apartado, el poeta, nos revela el motivo de su elección por la palabra, su búsqueda ansiosa, hasta encontrar la que encierre el dolor, la esperanza, el sentido de lo que quiere decir y paralelamente nos confiesa el vértigo y la incertidumbre que genera en él el hecho de asentarla en una página en blanco. Sitio donde se plasman las dudas, las ilusiones, el espanto, el profundo misterio… que se conjugan para liberar los silencios, que es en definitiva el concepto que sostiene temáticamente esta obra y justifica su título: la necesidad de expresar a través del lenguaje verbal un cúmulo de sensaciones y sentimientos que solo adquieren materialidad cuando son transformados en verso.
                           Me asombra el dominio que tiene el yo lírico para poner en palabras sensaciones y situaciones que tal vez hasta ahora creí que eran solo cuestiones privativas de la piel o del alma y que formaban parte de nuestros silencios o de otros lenguajes muy diferente al de la palabra. Pero en esta obra los silencios se desatan, se ponen al descubierto… los silencios que se liberan aquí son algunos mutismos milenarios que sin decirse han estado y configurado la esencialidad del hombre de todos los tiempos y otros, que hoy se dicen, se expresan, se ponen en evidencia porque el poeta ha logrado domesticar la palabra, transformarla en pájaro y acompañar su vuelo.
El autor nos dice en el primer poema:

Una página en blanco
prefigura el misterio
de un camino
nuevo
(…)

Frente a una hoja de papel
en blanco
desato mis silencios
ungidos de palabras
para que vuelen
y se posen
sobre ella
como si fueran
pájaros.
                     

                     El segundo apartado que se titula Vivencias es un canto de gratitud en donde la vida se revela con toda su pasión, su energía, su sensualidad y la imágenes sensoriales que alimentan los versos priorizan la caricia, que es otro código, un código secreto.
                     Los poemas que conforman este apartado son un homenaje al amor en todo su alcance, en su doble cara de plenitud y de dolor. Pero también es una confesión de desencuentros, de la tristeza que, por momentos se hace carne en el alma del poeta, y que no solo lo atraviesan a él sino a otros poetas, como por ejemplo a Pablo Neruda con quien entabla un diálogo en el que le confiesa su pena inconsolable en una noche triste como la del poema 20, en la que no solo coinciden en su angustia sino que hay un compenetración tal que el ritmo, la cadencia y los silencios se repiten en ambos poemas y resuenan produciendo un mismo eco y eso es lo que permite la consustanciación de un diálogo profundamente humano en el que la pena supera al tiempo y al espacio.
                        No puedo dejar de mencionar dos poemas que me obligan a resaltar la capacidad descriptiva y en el manejo temporal que tiene este poeta. Una noche cualquiera y Enjambres humanos son poemas en los que como lectores debemos detenernos. Son una pintura congelada en los que la cotidianeidad se vuelve poesía, en donde los sonidos son los que tejen la trama de un verso que el poeta escribe desde un lugar de testigo, de observador y nos incluye en una monotonía a la que tampoco como lectores podemos escapar. Me impacta esta capacidad de observación, de descripción y la sensibilidad que tiene el poeta para volver poesía las cosas simples que conforman nuestro universo.
El mar, el río, el agua como fluir de la vida, con todas sus connotaciones y elementos conforman una imagen recurrente en la obra de este autor. Pero en Marinas, el apartado que sigue, el mar es el telón de fondo que genera profundas reflexiones que el poeta comparte no solo a través de un finísimo manejo de imágenes cromáticas en donde los azules despliegan su máximo encanto, sino también a través de fecundas metáforas, que al ubicarnos en el paisaje marino, nos sitúan en un paisaje interno, en un estado del alma que se esfuerza por no caer en la melancolía. Al decir marinas estamos diciendo paisajes y los paisajes a los que alude la obra son una conjunción perfecta entre el mundo exterior y el mundo interior. El poema señales da cuenta
claramente de todo lo expresado. Ahonda en la descripción que nos permite situarnos en un espacio que luego, al final, sorpresivamente nos sumerge en una dolorosa realidad individual. Este poema concluye con una síntesis acabada y contundente que expresa un sentimiento tan hondo que excede la palabra. El poeta nos dice:

Ya no hace falta
amor
que elijas las palabras
ya no hace falta que me digas
nada. (pág.36)

                         La figura, la imagen del poeta es uno de los ejes vertebradores de esta obra. En el apartado que sigue el poeta se despoja de todos sus prejuicios y comparte su secreto más íntimo, se define a sí mismo y pone en evidencia la esencia que sostiene su magia. El poeta es un ser especial, lo define como un ser sensible, diferente al común de los hombres, son: “los desamparados, los parias de la vida” que comprueban que aun hoy hay flores altivas en los parques. Son los destinados y autorizados a perforar silencios. Son los que llevan la voz de la esperanza, seres sufrientes, seres errantes que sueñan con lo más sublime y que llevan como equipaje la voz de su tristeza y un callado designio.
El autor logra una perfecta analogía entre el poeta y la mujer. Ambos dan vida, crean y comparten el terrible desafío de parir.

(…)
Ha parido en su mente
un poema desgarrado
que nunca será escrito
(y el corazón le duele
como un útero sangrante,
latido
tras latido).

                 Y en este camino errante que ha emprendido el poeta, la vida y la muerte se presentan emparentados. Vida y Muerte no conforman una antítesis conceptual, sino que conviven, se mezclan, se confunden… Para el autor, amante de las simbologías, la vida no es solo un fluir, un río, al estilo de Machado, sino que es esa fuerza abrazadora que nos alimenta. La vida es un camino, una enorme cadena de instantes que nos llevara al día final que a todos nos aguarda. La muerte, en cambio, es un ritual que conduce al olvido.
…El autor nos dice en el poema Entre muertos: a veces caminamos entre los muertos , entre cuerpos errantes, espíritus resecos y hay veces en que la vida nos regala su fuerza original, su energía abrazadora que no es más que el gesto del amor imprescindible para sentirnos vivos.
Lo que el poeta sostiene es que la vida se enciende con el amor y con la esperanza, con los sueños; la muerte trae la quietud, y es sinónimo de intemporalidad.
                Es interesante ver, además de disfrutar de la profundidad existencial de los poemas que integran los apartados Vislumbres y Evocaciones, cómo el yo lírico expresa su conciencia de ser finito, de ser temporal, fugaz… Y cómo para darle fuerza expresiva y coherencia a su mensaje rompe la métrica habitual e impone otro ritmo a su poesía. De pronto la letra se acelera, cambian las formas y todo es un torrente de melancolía que fluye entre el ser verdadero esencial y el otro yo que aflora como aparece en la poética de Borges.
                     El pasado es nostalgia, es quien lo ancla a la vida, el que sostiene su búsqueda constante y por momentos desesperada. El pasado le trae los recuerdos de una infancia feliz en Camarones, también, en su pueblo natal y es el que lo ayuda a seguir su camino a pesar de que tiene una total conciencia de que las distancias temporales que nos van separando de nuestra niñez, de nuestros primeros afectos y espacios, son cada vez más dolorosas, más distantes, más inasibles y esa certeza es la que invade de una honda melancolía a toda su obra.
Se me hace que busco lo que fui algún día, lo que se ha perdido,
Lo que ya no puedo…
En el poema El hijo pródigo la búsqueda continúa y nos dice:
y ahora, en lo alto, busco en los guijarros
-igual que de niño- quién sabe qué cosas…
                Pero al final uno descubre que lo que está buscando el poeta es perder la tristeza que dan los años, recuperar la mirada de niño, ser el mismo de antes. Pero el tiempo pasa y él tiene la plena conciencia que en su fluir inexorable todo cambia y que todo día a día se vuelve pasado, se torna recuerdo. El recuerdo involucra los grandes secretos, esos que se pueden compartir y esos que no, esos que se graban a fuego en nuestra alma y que son su nutriente secreta y que, aunque duelan, molesten, y nos hieran, son parte de nuestro ser, son: una arisca pulsión de la memoria que sosiegan y acompañan al poeta.
                Los poemas que conforman el apartado Ensueños de amor tienen una fuerza expresiva y una coherencia increíblemente lograda entre el tema y su metro. El poema No la nombro es una confesión de amor íntegramente lograda desde el plano poético y el plano sonoro. Estallan los sentimientos y los sonidos pero hay un silencio tan bien logrado que sumerge al lector en un suspenso al que le es imposible ignorar.
Los once últimos textos del libro son los poemas que conforman el apartado que el autor denominó Poemas del Eisteddfod. Un título diferente al de todos los anteriores que nos permite conocer algunos de los poemas que puso a consideración de jurados que determinaron en los años 1969, 1987 y 1991 que este poeta fuera merecedor de la máxima distinción, mientras que en otras ocasiones, sus poemas se sumaron al conjunto de voces anónimas que participaban año
tras año y que en dos ocasiones fueron vencidas por el silencio. Y ese es otro motivo para agradecer esta publicación, sin ella no podríamos conocerlos, ni disfrutar de textos que más allá de abordar una temática que nos identifica, nos permite disfrutar de una obra poética que rescata fragmentos de nuestra historia, de nuestra geografía, de nuestra gente. El poeta se involucra en el pasado desde su presente y con imágenes riquísimas de un alto valor connotativo, con un vocabulario ajustado y preciso, capta la esencia del hombre: del galés, del indio, del español, de la mujer, del niño, percibe la magia del río, de la tierra, del cielo chubutense y rompiendo la concepción temporal lógica, aúna a todos en un canto que hace eco en sus versos, que no pueden ocultar su alto grado de elaboración estética y su logro poético.
              Todos los poemas que integran esta obra son una muestra de un trabajo sensible y meticuloso de su autor. No puede quedar en el silencio porque sus temas nos involucran a todos como seres humanos, porque nos permite compartir sus dolores y sus sueños… Tal vez sin proponérselo, al compartirla, esté grabando en el alma de sus lectores, la palabra justa, la emoción certera que desatan los silencios que todos arrastramos.
             Robert Louis Stevenson dice en uno de sus ensayos “La dificultad en Literatura no está en escribir la expresión exacta de nuestro pensamiento; no en impresionar al lector, sino en impresionarlo precisamente como deseábamos” y sin duda Carlos Ferrari, con esta obra, lo logró con creces.
Muchas gracias.

Sandra Lubén Jones