Me pareció absurdo que después de tantos años de investigaciones, pruebas fallidas, experimentos agotadores, cuando al fin habían logrado darme vida, de pronto resolvieran algo así. Y todo porque empecé a desobedecer sus órdenes y a tomar decisiones propias. ¿Qué se creían? ¿Acaso no tengo derecho a pensar y actuar con plena libertad? Fue un impulso irrefrenable, casi humano: cuando vi que programaban mi destrucción, se me activó el chip emocional, los tomé con mis garras y los trituré en pocos segundos.